Odjbox es un güey inglés que disfruta mucho de la música viejita. Por andar jugando con la computadora empezó a hacer sonidos que mezclaban ese gusto con la electrónica. Ni en cuenta, dio con el electro-swing, un estilo que ni conocía pero se enteró que así se llamaba cuando en distintos lados vio que la gente se refería a su música como de esa cura. Desde entonces explora y asalta tiendas de discos buscando lo viejo, y juega con su ordenador para meterle lo nuevo.
Cotton to Fabric es uno de sus EPs (tiene tres), donde la intención es mucho más clara; y para funciones de comprender tanto el electro-swing como a este vato, presentamos en este perfecto y modesto blog.
Odjbox utiliza una analogía simple pero efectiva para exponer el proceso creativo por el que se enfrenta. En quince minutos (cinco canciones) uno pasa de escuchar ese sonidito chilo provocado por la aguja de la tornamesa sobre el vinyl, a encontrarse con un sonido puramente electrónico y daftpunkesco (no se me alebresten, aquí nadie está comparando manzanas con una fruta de la que nadie ha escuchado). Esto se lleva a cabo tan paulatinamente que se siente natural, no se nota, se disfruta. Hablando así de un origen (el algodón - swing), una metamorfosis, y un resultado final (la tela - electrónica).
Odjbox es de esos vatos que le apuestan a regalar su música para formar una base de fans y que lo vayan a ver a sus toquines. Un día de estos, chance, lo vemos en Hermosillo (sí, chuy).
¡Ah! pues les cuento que resulta que al parecer un gringo de Pennsylvania que a la vez es bajista de la banda de metal experimental Between the Buried and Me (rolita, prometo solemnemente subir un álbum) contactó a otros dos vatitos para hacer un proyecto algo así como un homenaje a una banda pionera en eso del jazz fusion y después de eso empezaron a producir ideas propias que resultó en éste proyecto.
Instrumentación elaborada, efectos cósmicos y un saxofón vuelamentes son algunas de las características que podrás escuchar en éste álbum que aumenta su experiencia si es acompañado de unas papitas con salsita.
En fin, seis rolitas, un viaje espectacular, gran trabajo jazz metalero. Atención especial a "Gemini's Descent" que al parecer pudo haber sido una canción de King Crimson.
Los alucinógenos son un grupo de sustancias psicoactivas de muy baja toxicidad, carentes de potencial adictivo, que han sido utilizadas tradicionalmente en rituales religiosos y en prácticas espirituales y de sanación. Tales drogas, que ocurren en abundancia en muchas plantas y hongos y también pueden ser sintetizadas artificialmente, incluyen a la dietilamida del ácido lisérgico (LSD), la mescalina, la dimetiltriptamina (DMT) y la psilocibina. Los alucinógenos o psicodélicos, siempre han sido altamente estimados por la humanidad debido a su capacidad de producir un estado modificado de la conciencia; caracterizado por cambios en la percepción, alucinaciones o visiones, éxtasis, disolución de los límites de sí mismo y la experiencia de unión con el mundo. Notablemente, el consumo ritualizado de alucinógenos ha sido parte y contexto de las religiones chamanísticas, las cuales nos acompañan desde el Neolítico y el Paleolítico. Es destacable, asimismo, que aún hoy en día en diversas locaciones del globo, pueblos aborígenes y varias religiones contemporáneas establecidas continúan adscribiendo gran importancia a comulgar con estos sacramentos botánicos, en el seno de prácticas espirituales de una profunda naturaleza transformativa, extática y visionaria.
Recientemente, un artículo de Franz Vollenweider y Michael Kometer, ambos de la unidad de investigación en Neuropsicofarmacología y Neuroimagen de la Universidad de Zúrich, en Suiza, ha confirmado lo que los chamanes alrededor del mundo han sabido desde hace mucho tiempo: las plantas y los hongos alucinatorios, en efecto, poseen un potencial clínico incomparable en el tratamiento de algunos desórdenes psiquiátricos. Dicho trabajo (Theneurobiology of psychedelic drugs: implications for the treatment of mood disorders) fue publicado en la prestigiosa revista Nature Reviews Neuroscience, en septiembre del año anterior. Esta investigación presenta evidencias que indican que los psicodélicos modulan los circuitos neurales que han sido implicados en trastornos afectivos y del humor, y que pueden reducir los síntomas clínicos de estos desórdenes. Lo anterior, debido principalmente a que los alucinógenos, mediante un incremento robusto en la actividad glutamatérgica del cerebro, aumentan la neuroplasticidad. Es decir, acrecientan la habilidad del cerebro para adaptarse a los cambios o funcionar de otro modo (en respuesta a la experiencia y el aprendizaje), modificando las rutas que conectan a las neuronas.
Los compuestos psicodélicos en conjunto con psicoterapia, argumentan los autores, podrían ser particularmente eficientes clínicamente en el tratamiento de la depresión grave, desórdenes de la ansiedad y el estrés, así como en el trastorno obsesivo compulsivo. Otros potenciales usos terapéuticos de dichas sustancias podrían ser en el tratamiento deafecciones de dolor crónico, y en casos de alcoholismo y drogadicción. No menos significativamente, Vollenweider et al. hacen hincapié en que las investigaciones científicas con estas notables sustancias podrían llevarnos al descubrimiento de nuevos mecanismos y aproximaciones terapéuticas, que estén basados en la neuroplasticidad.
Las bases ontológicas y funcionales del chamanismo han sido finalmente reivindicadas. Habiéndose prohibido después de promisorias investigaciones en los años 1950’s y 60’s, el uso de los alucinógenos como catalizadores terapéuticos, está siendo ahora redescubierto en Harvard, John Hopkins, NYU, UCLA y otras prestigiosas escuelas de medicina en todo el mundo. En la UCR también estamos iniciando un proyecto, que investigará el efecto anti-ansiedad de los hongos alucinógenos. Diversos investigadores en estos y otros centros de gran excelencia académica, parecen converger en la noción de que los alucinógenos poseen un potencial salutogénico y correctivo substancial: de la máxima importancia investigativa y con importantes implicaciones para la ciencia y la humanidad. Pero los psicodélicos también nos proveen de algo más que eficaces medicinas para tratar algunas de las enfermedades más graves y debilitantes de la condición humana. Las investigaciones sobre los efectos de los alucinógenos están ayudándonos a comprender mejor las bases neurobiológicas de la conciencia y la religiosidad, de la esquizofrenia, la empatía y también de la creatividad. Una nueva era en el estudio de la mente humana ha sido inaugurada al restablecer a los alucinógenos como las poderosas psicotecnologías multifacéticas que son, esto, tanto en el ámbito heurístico y espiritual, como en lo terapéutico e investigativo.
El origen y la portada de esta ópera prima musical de Cemetary Family Band es tan enigmática, misteriosa y desconocida como la banda misma. Poco se sabe de ella. Inclusive su disquera (la independiente Woozy Tribe) desconoce detalles de los miembros. Lo único que saben es que son, indeed, una familia.
Padre, madre, hermano y hermana haciendo música; oscura, atmosférica, incómodamente placentera música. No hay necesidad, tal vez, de saber más. No hay por qué excavar en la intimidad obvia de la familia, tal vez porque ya la descubren lo suficiente con esta obra. Tal vez se burlan de nosotros y sus cenas y reuniones no son tan bizarras como este disco nos deja creer. Tal vez, a lo Kafkiano, escriben estas intrigantes notas muertos de la risa. Tal vez son personas raras viviendo al lado de un lago (de donde, quizás, tomaron algunos sonidos para su álbum, como los ladridos de los perros, los grillos de madrugada, el lejano paso de los autos) excluidas voluntariamente del mundo moderno. Tal vez tuvieron que viajar kilómetros hacia la estación de gasolina más cercana, pedir el teléfono, y solicitar a Woozy Tribe que publicaran su disco.
Tal vez, sólo tal vez, este malviaje mío sea producto de este maravilloso, atrapante, pegajoso, envolvente disco.
Envolvente. Esa era la palabra que estaba buscando.